1 de noviembre de 2014

Amar.

Si cada vez que nos hacen daño, tuviésemos que intentar protegernos, nunca seríamos realmente capaces de disfrutar. Pienso que para vivir, para sentir de verdad, es necesario ser libre, es necesario deshacerse de corazas, es necesario abrir las alas, creer. Al ser humano se le ha concedido la maravillosa capacidad de creer en las personas, de confiar, se le ha concedido la suerte de poder amar. Y no hablo del amor embotellado que nos venden las películas, hablo de poder entregarle tu corazón a una persona sin tener en cuenta que quizá pueda romperlo. Hablo de saltar de la mano al vacío sonriendo, hablo de mirar a los ojos y poder acariciar el alma. Se nos ha concedido el don de amar, aprovechémoslo. No quiero ser viejo, echar la vista atrás y darme cuenta de que no he amado a nadie por miedo a hacerme daño. No quiero.


No quiero seguir protegiéndome. No quiero tener miedo a que me hagan daño. Prefiero arriesgarme. He preferido que me rompan el corazón en mil pedazos, para levantarme y reconstruirme con una sonrisa. Porque el ser humano está diseñado para fracasar, pero también está diseñado para volverlo a intentar: para creer. Quiero levantarme cada mañana sabiendo que cada momento es único, quiero dejar de ser egoísta, quiero amar. Amar es, sin duda, el mayor don que se nos ha concedido, no malgastemos nuestro tiempo.

27 de septiembre de 2014

Someday I'll fly.

“¿Cuánto tiempo hace que no escribes?”, me preguntó. Durante un segundo dudé si responder, pero decidí sonreír con nostalgia. La nostalgia del que recuerda un momento exacto de su vida. Por un momento recordé con exactitud el momento en el que escribí por última vez, el momento en el que decidí que valía la pena plasmar mis pensamientos, enmarcarlos en el papel para una eternidad tan efímera como un soplo de viento. Recuerdo que escribí un poema, aunque quizá sería más preciso decir que escribí una petición, como quien reza a una diosa, como quien espera un cambio en su vida, como el jugador que espera que cambie su suerte. Escribí un anhelo en una libreta vieja, y me resulta muy hermosa la idea de que, quizá, en el casino de la vida, la baraja esté marcada. Supongo que mi respuesta debería haber sido: “Te he estado escribiendo toda mi vida y ahora te estoy mirando a los ojos.”



24 de julio de 2013

La llave de mis sueños.

Siempre escribo a lápiz y si me falla la mina de grafito tengo mi mina de sueños, sueños que escribo a falta de almohada. Almohada empapada en lágrimas claras o en alcohol, según la noche, noche en la que solo escucho coches y el partir de trenes y trenes. La noche y sus vaivenes locos, la noche y su dualidad, su capacidad para enamorarme con su magnetismo y para matarme con sigilo bajo una lluvia de recuerdos. Recuerdos en nubes, recuerdos que caen de golpe y solo traen viejos complejos, recuerdos que desecho como los malos consejos. Y dejan en mi tierra el sabor a amargura, el sonido de una dura puerta cerrándose, de un mar abriendo su puerto a un nadador inexperto, a un perdedor sin suerte ni amuleto...

En esas noches acabo deseando la muerte y su beso, el regreso al callejón del llanto en el que lluviosamente entré. Y me hiere soñar lo que no puedo tener, porque es volar contra un sol que quema mis alas de seda y las convierte en ceniza...
Pero siento que mis penas agonizan con cada alada sonrisa, con cada verso, sin prisa siento excelso furor correr entre mis venas, porque es escribir un analgésico de esos que tomo de dos en dos, cada seis horas, de lunes a domingo, de mes en mes. Soy todo lo que ves cuando escribo como ahora: la hora de un reloj averiado, la última página de algún cuaderno viejo, luz oscura reflejada en un espejo de emociones...

Pero no me abandones todavía, Inspiración, pasa a mi habitación y conversemos. Hablemos de la vida, de cómo un día la entendí sin ti, de cómo hemos cambiado, de cómo me has ayudado a crecer. Hablemos del significado de creer, hablemos de derrota y de victoria, hablemos de la linea divisoria entre mentira y verdad. Sobre todo: hablemos; no me devuelvas a la Realidad, porque Ella es fría y espía mis temores. Porque Ella no conoce de amores sin dolor, Inspiración. Ella apaga mi emoción, entristece mi canción... Y es fría, olvidó el color del calor, el claro ver. Ella ignora lo hermoso del amanecer, de la tibia luna, de escribir compases, no conoce el placer de enamorar con un par de frases...

18 de julio de 2013

Dime cuándo.

Dime cuándo vendrás,
dime cuándo, 
si nada tengo,
si voy y vengo
y nunca estás.
Te acabaré encontrando...
Sin saber cuándo
ni dónde ni cómo,
sin leer un tomo
del libro del destino
juntaré nuestros caminos
y nos verán andando
por la bella senda,
por aquella que hace
de tu amor mi venda,
en la que el poeta renace
lejos del dolor,
lejos del sabor 
amargo del rechazo,
lejos de los brazos
del letargo profundo,
lejos del odio
de este mundo...
Porque vendrás,
inspiración,
lo sé.






15 de julio de 2013

Mediterráneo.

¿Qué mejor regalo que poder escribir en un entorno tan relajado? Si miro a mi alrededor me veo rodeado de árboles, de todo tipo y tamaño, plantas de todas las especies imaginables. Aquí, en Alemania, el suelo es fértil, los árboles crecen deprisa, y sin embargo, siento que falta algo. Siento un profundo vacío al mirar al cielo y encontrarme con una barrera de nubes grises. Echo de menos el azul, la inmensidad de un cielo hermoso, que contrasta con el suelo árido de una España calurosa.

"Sigo aquí, bajo tu cielo azul, sobre tu suelo gris". Hace un par de días sobrevolaba el cielo azul de España. Mi España, la de toros, la del fútbol, la de todo para unos pocos y nada para el resto, la de la eterna contradicción: "a Dios rogando y con el mazo dando"... Y a pesar de todo esto, siento a España como parte de mí. Amo su sol radiante, su cielo interminable, y su playa ardiente. Nunca he sentido ningún tipo de patriotismo, es más, muchas veces he criticado a aquellos que sí lo hacían y he criticado mi propia tierra. Pero ahora, pensando en mi casa, siento una satisfacción que me inunda. Me siento renacer al imaginar el reflejo del sol en el mar, los cielos rasos y despejados, los campos llanos bañados en el oro de un sol que siempre me acompaña. Porque yo nací en el Mediterráneo...